En el marco del décimo aniversario de una fecha emblemática para la lucha por los derechos de las mujeres, Clarisa Gambera, Secretaria de Género y Diversidades de la CTAA Capital, elaboró el análisis que se comparte a continuación.
por Clarisa Gambera
Hace 10 años fue el femicidio de Chiara Páez, una piba de 14 años, lo que detonó que la bronca desbordara la calle, no hay forma de saber cuándo se acaba la paciencia colectiva, cuándo aquello que parece normalizado toca los límites de lo que ya no se tolera y explota. El hartazgo, aquel 3 de junio, nos llevó a organizar la primera movilización “Ni Una Menos” y abrió un ciclo de luchas.
Todas estuvimos ahí de alguna manera, en ese desborde que marcó un nuevo piso de acumulación de conciencia y deseo provocador. Se abría un proceso asambleario situado con características propias en cada territorio. Una experiencia novedosa de tejido que nos constituyó como sujeto social y herramienta.
A lo largo de estos años este proceso maduró con nosotras, el grito que nació para poner en agenda pública la necesidad de actuar ante los femicidios, travesticidios y crímenes de odio, la forma más extrema de la violencia también nos permitió entramar violencia de género con violencia económica, política, laboral. No hay vida libre de violencia en contexto de deuda, ajuste y desguace del Estado. La precarización de la vida es violencia y la desigualdad por motivos de género nos pone en peores condiciones, siempre.
Este año el contexto es de una violencia inédita. El llamado a asamblea lo sentimos como una bocanada de oxígeno, un espacio que, lejos de ritualizarse vuelve, una y otra vez, a revitalizar las formas de respuesta organizada frente a la violencia.
Acá en la Ciudad de Buenos Aires la asamblea definió que no era posible salir un martes aunque fuera 3J porque son los miércoles los días en que, semana tras semanas, vienen lxs jubiladxs soportando la violencia represiva. Por eso fue un 4J con las jubiladas en la calle, en el Congreso. NI UNA JUBILADA MENOS fue el grito este año con el que llamamos a salir y se fueron sumando otrxs.
UNIR LAS LUCHAS ES LA TAREA. Los recortes en el área de discapacidad, el vaciamiento del CONICET y los salarios de pobreza de los residentes del Garrahan se sumaron al reclamo de jubiladxs este miércoles 4 de junio donde volvimos a decir que nos siguen matando.
En Jujuy hubo tres femicidios en veintitrés días con casi ninguna respuesta del Estado provincial, desfinanciado y a tono con las nuevas directrices del Estado Nacional que niega las desigualdades que producen violencia, desfinancia, desinforma intencionalmente, pretende desaparecer la figura del femicidio y promueve – desde la voz de sus funcionarios la misoginia y la discriminación en sus discusos de odio. Un NI UNA MENOS que amaneció con un lesbicidio en Moreno unos días después del femicidio de Tres Arroyos.
Desde el feminismo sindical tenemos la tarea de entramar la violencia laboral con la violencia política porque nuestras experiencias laborales en este contexto de derecha neoliberal son un laboratorio de crueldad. Vivimos con la sensación de “estar en peligro”: peligra nuestro empleo, la reproducción de la vida y la vida misma.
El desguace del Estado es despidos, cierre y desfinanciamiento de políticas públicas, la crisis salarial de lxs estatales es una forma encubierta de despido. Peligran muchos derechos, incluso un hospital de alta complejidad para niñxs porque no hay límites a la crueldad. El Gobierno avanza sobre nuestra autonomía económica y disemina la violencia a todos los ámbitos de nuestra vida, la narrativa de odio se corporiza en una escena deshumanizante cotidiana que nos silencia, nos pone bajo sospecha, nos fragmenta y nos aísla. Vinieron a instalar el miedo y la fragilidad de la vida para hacerse fuertes.
Para quienes vivimos de nuestro trabajo, el miedo y la fragilidad es perder el trabajo, la amenaza de despidos todo el tiempo, la caída del salario que hace imposible sostener la vida, el pluriempleo, y la sobrecarga de cuidado, la persecución y hostigamiento permanente, el vaciamiento del sentido de nuestro tarea, la incertidumbre extrema sobre qué pasará mañana y el ataque a los derechos previsionales que instala un presente de hambre para lxs jubilados y nos propone – a quienes hoy trabajamos una imagen de futuro aterradora porque sin moratoria 9 de cada 10 mujeres no podremos jubilarnos y con estas jubilaciones nadie puede vivir. Este Gobierno vino a arrasar con lxs derechos de lxs trabajadorxs.
El plan se completa con el ataque a la acción colectiva. Al disciplinamiento que socava la participación individual -porque la pobreza de tiempo nos resta horas para la organización sindical- se le suma la embestida contra los sindicatos y las organizaciones populares. Intentan limitar nuestra participación en las calles con protocolos y represión que visibilizan y amplifican por los medios para instalar el miedo. Mientras, pretenden limitar el derecho a huelga de las organizaciones gremiales y arman artilugios para debilitar a sindicatos, perseguir, desprestigiar y achicar los alcances de su representación porque es más fácil instalar la reforma laboral sin resistencia sindical y avanzar contra lxs trabajadorxs cuando están desorganizados.
De los datos preliminares de la encuesta que lanzamos desde la Secretaría de Género y Diversidad de ATE Nacional “Violencia laboral y política en contexto de ajuste” se desprende que: más de 91% experimenta mayores niveles de violencia en sus lugares de trabajo, más del 64% decide no usar derechos laborales por miedo a represalias; y más del 72% sostiene que sus condiciones de trabajo cambiaron para peor. Esta situación trasciende el espacio de trabajo y afecta además nuestra vida familiar y social, la misma encuesta arroja que más de 75% siente desánimo, el 77% estrés, el 68% angustia y más del 67% ansiedad. Además, más del 38% de los que la completaron recurrieron durante el último año a medicamentos para gestionar el estrés.
Por eso en este NI UNA MENOS las compañeras de ATE llevamos a la asamblea lo que venimos viviendo lxs estatalxs desde la llegada de Milei, porque el ajuste es violencia laboral y esta violencia laboral es una de las dimensiones de la violencia política que pone en peligro la democracia en la Argentina.
Aportamos también la experiencia de lucha que venimos sosteniendo y la definición orgánica de salir a la calle como parte de este NI UNA MENOS federal.
A 10 años volvimos a llenar las calles desafiando la ocupación de las fuerzas represivas y nos propusimos UNIR LAS LUCHAS para defendernos, para juntxs exorcizar el miedo y revitalizarnos en el abrazo. Porque cuando somos muchxs no hay protocolo que valga y porque es siempre colectiva y en movimiento la posibilidad de encender el deseo, imaginar el futuro y recordar de lo que fuimos capaces.
¡NI UNA MENOS! 10 AÑOS ¡UNIR LAS LUCHAS ES LA TAREA! ¡VIVAS, LIBRES Y DESENDEUDADAS NO QUEREMOS!
Clarisa Gambera, Secretaria de Género y Diversidad ATE Nacional